En las últimas dos décadas, el sistema financiero global ha vivido una transformación sin precedentes marcada por la digitalización masiva. Lo que antes requería trámites engorrosos y colas en sucursales bancarias, hoy se resuelve con un par de toques en la pantalla. España y América Latina, especialmente México, están en el centro de esta revolución, donde las fintech han emergido como una fuerza imparable que democratiza el crédito y amplía horizontes para millones de personas y empresas.
El sector fintech ha pasado por una metamorfosis gracias a la adopción masiva de nuevas tecnologías. En España, la banca digital ya alcanza un 70% de penetración, y se proyecta que escale hasta el 85% en los próximos cinco años. Neobancos como Revolut, N26 y Openbank se han posicionado con ofertas ágiles y personalizadas, especialmente atractivas para los jóvenes y nativos digitales.
En América Latina, la historia es igual de prometedora. El uso de aplicaciones no bancarias y de herramientas de Open Finance está impulsando una ola de innovación que supera las barreras históricas. Plataformas que integran datos con inteligencia artificial ofrecen análisis de riesgo instantáneos, abriendo puertas que antes permanecían cerradas para gran parte de la población.
Las cifras hablan por sí mismas: en 2021, el 33% de la inversión fintech en la región se destinó a startups de crédito, superando a verticales como pagos y remesas. En México, el ecosistema ha madurado de forma vertiginosa. Para 2024 existían 1,004 proveedores fintech, de los cuales 803 eran locales y 301 internacionales, capturando el 60% del capital de riesgo que atrae Brasil.
Esta expansión acelera la igualdad de oportunidades: el 76.5% de los adultos mexicanos usan al menos un producto financiero formal, y el 69.1% gestiona sus cuentas desde el móvil. El incremento de ingresos de las empresas fintech en México alcanzó un 31% en 2024, demostrando la eficacia de sus modelos.
La evolución de Open Banking y Open Finance ha permitido la creación de soluciones de crédito hiperpersonalizadas. Al integrar historiales financieros, datos de consumo y análisis predictivos, las fintech ofrecen tasas más justas y procesos de aprobación instantáneos.
Los canales móviles siguen ganando terreno. Aplicaciones intuitivas simplifican la gestión de préstamos, envío de documentos y monitoreo de pagos. Esto resulta clave para segmentos tradicionalmente desatendidos, como jóvenes sin historial crediticio y emprendedores informales que antes quedaban fuera del radar bancario.
Para las pequeñas y medianas empresas, el acceso rápido a capital de trabajo es vital. Plataformas de crédito digital brindan liquidez en horas, no semanas, lo que permite aprovechar oportunidades y enfrentar imprevistos. El resultado es un impulso tangible al crecimiento local.
Sin embargo, persisten brechas. Sólo el 34.2% de las mujeres en México accede a cuentas de retiro, comparado con el 51.4% de los hombres. En regiones indígenas, la inclusión financiera no supera el 60%. Reconocer estas desigualdades es el primer paso para diseñar productos que realmente fomenten el desarrollo sostenible.
La protección del consumidor y la regulación deben evolucionar al ritmo de la innovación. Solo así se garantizan prácticas responsables y la confianza de los usuarios.
El crédito colaborativo (crowdfunding, crowdlending, préstamos P2P) está emergiendo como una alternativa que conecta directamente prestatarios e inversores, reduciendo intermediarios y costos. Estos modelos ofrecen flexibilidad y diversidad de opciones para perfiles no atendidos por la banca tradicional.
En Europa, los fondos de recuperación y un marco regulatorio robusto impulsan aún más la digitalización. España lidera con iniciativas que promueven la innovación y la protección del consumidor y regulación, sirviendo de ejemplo para América Latina.
Las fintech han demostrado ser el motor de una inclusión financiera histórica en México y un impulsor clave de la transformación en España. Sin embargo, su verdadero impacto dependerá de la capacidad de diseñar productos inclusivos, sostenibles y responsables.
Gobiernos, reguladores y empresas deben trabajar de la mano para cerrar brechas, impulsar la educación financiera y garantizar la confianza de millones de usuarios. Solo así la revolución fintech será verdaderamente completa, permitiendo que el acceso al crédito sea un derecho al alcance de todos.
Referencias