Avalar un préstamo es un acto de confianza que, sin la debida precaución, puede convertirse en una carga inesperada y duradera. Antes de estampar tu firma, debes comprender cómo proteger tu patrimonio y tu tranquilidad.
El avalista es la persona que se compromete a responder por el pago total del préstamo si el titular principal no cumple. Esta figura adquiere responsabilidad total si no hay pagos y puede enfrentar demandas legales, embargos y repercusiones fiscales.
Legalmente, el aval se recoge en el contrato y es tan vinculante como la obligación del deudor principal. No importa si eres un familiar o un amigo: si la deuda no se paga, el acreedor agotará todas las vías de cobro antes de renunciar al monto adeudado.
Avalar sin verificar el respaldo suficiente equivale a caminar sobre un terreno inestable. Entre los riesgos más destacados se encuentran:
En los préstamos estudiantiles, esta figura es especialmente peligrosa, pues la deuda no desaparece con procesos de quiebra del deudor principal y recae totalmente sobre el avalista.
Las entidades financieras deben cumplir normas estrictas para mantener su solvencia y proteger a depositantes y acreedores. Entre los parámetros clave se encuentran:
Cuando un préstamo carece de garantía suficiente, la normativa europea exige cubrir el 100% del riesgo en un máximo de tres años (préstamos no garantizados) y en siete a nueve años si existen avales o garantías. Esta obligación puede obligar a los bancos a disminuir su capital operativo, afectando la seguridad del sistema financiero.
Además, las auditorías internas y la supervisión de pólizas de seguro y afianzadoras buscan garantizar un respaldo efectivo y permanente de los créditos, aunque en la práctica los controles pueden ser insuficientes sin una revisión individualizada y rigurosa.
La falta de historial crediticio o de respaldo adecuado impacta a millones de personas en todo el mundo. Algunos datos relevantes:
Según Experian, quienes carecen de un buen expediente crediticio enfrentan tasas de interés más elevadas y a menudo quedan fuera del sistema formal, recurriendo a alternativas informales o costosas.
La correlación entre carencia de respaldo y probabilidad de impago es directa: a menor garantía, mayor riesgo tanto para prestamista como para avalista.
No se trata de rechazar la ayuda o la confianza, sino de actuar con responsabilidad y previsión. Antes de convertirte en avalista, sigue estos pasos:
Si tras el análisis no estás convencido de la viabilidad, es mejor declinar y sugerir alternativas al solicitante, como garantías reales o la búsqueda de un fiador profesional.
Ser avalista conlleva un compromiso serio que puede transformar tus finanzas y tus relaciones personales. Sin un respaldo suficiente, cualquier impago puede desencadenar un efecto dominó de problemas legales, fiscales y crediticios.
La clave está en combinar conocimiento profundo de riesgos financieros con herramientas de evaluación rigurosas y el acompañamiento de expertos. Solo así podrás ofrecer tu garantía con la seguridad de que protegerás tu futuro y el de quienes confían en ti.
En última instancia, evitar avalar préstamos sin respaldo suficiente es un acto de responsabilidad que fortalece la salud financiera individual y colectiva. Tómate el tiempo necesario, pregunta, asesórate y toma decisiones que brinden tranquilidad y estabilidad a largo plazo.
Referencias